jueves, 26 de febrero de 2015

Cero Varo

Inflaciones de miedo plasmadas en dramáticas fotos

Los desastres naturales y los horrores de las guerras son las catástrofes a las que comúnmente tememos todos. Retratadas en el arte del cine y la literatura, o bien vividas en carne propia, son el recuerdo de nuestra vulnerabilidad y lo que debemos prevenir.

Curiosamente existen sucesos igual de aterradores que no han logrado instalarse del todo en el inconsciente colectivo, pero que merecen la misma atención de las sociedades. Uno de ellos es lo que los economistas llaman “hiperinflación”.

Una inflación tal cual es el alza generalizada y sostenida de los precios de los productos a través del tiempo, lo que explica por ejemplo, por qué un kilo de tortillas o el boleto del cine ahora se pagan con más dinero que hace años cuando éramos niños.

Lo grave es cuando esa inflación es justo “hiper” elevada, esto es, cuando el aumento de precios está fuera de control y despoja de valor real a las monedas, provocando miseria y experiencias verdaderamente traumáticas que tardan décadas en sanar.

Pocos los recuerdan, pero fue precisamente una hiperinflación la que derivó en el ascenso del nazismo en Alemania, el país derrotado en la Primera Guerra Mundial y que fue obligado a pagar a los vencedores con recursos que entonces no tenía.

Incapaces de saldar la deuda, los alemanes imprimieron billetes de sobra pero que no tenían atrás respaldo alguno –un respaldo en oro en esa época– que le diera verdadero valor al marco alemán. Quebrados y sin esperanza, el resentimiento se canalizó contra los banqueros –la mayoría judíos– esencialmente por las ideas de un tal Adolfo Hitler.

En México recordamos con dolor la tristemente célebre “década perdida”. Fue al inicio de los años ochenta cuando a un confiado y gastalón José López Portillo se le desplomaron los precios del petróleo, quedándose sin dinero para pagar las deudas del país.

Aunque nacionalizó la banca como un intento de paliar el desastre, aquel presidente no logró impedir que la inflación alcanzara casi el 100%, lo que duplicó el desempleo y oscureció el panorama de lo que comúnmente se veía en las calles: economía informal, los primeros ambulantes, mendicidad a la vista y delincuencia.

Semejante cruz la heredó su sucesor, Miguel de la Madrid, quien hasta el final de su sexenio logró controlar la espiral inflacionaria con un pacto entre gobierno, trabajadores y empresarios. Pero el daño estaba hecho y desde entonces nuestra economía no ha vuelto a conocer las perlas de crecimiento que en los años 50 y 60 llegó a presumir.

Por lo anterior, una hiperinflación es algo más terrible que una simple gráfica con una curva disparada. Tampoco son cosa del pasado y pueden tardar años en corregirse, marcando a generaciones enteras. Y como una imagen dice más que mil palabras, tal vez es así como podemos dimensionar sus daños y por supuesto, su drama…

El drama alemán de los años 20


Las paredes de una casa son decoradas con billetes, mientras que en las calles barren dinero que no vale nada. Niños juegan con fajos sin valor y hasta fabrican con ellos un papalote.


Devastada por la guerra y todavía con la obligación de indemnizar a los vencedores, Alemania echó a andar de más su máquina de fabricar billetes. Pero al haber tanto papel moneda compitiendo por el mismo número de productos, los precios se dispararon. 


El dinero circulante simplemente se devaluó. Las señoras veían más valor en quemarlos que en gastarlos.

La década perdida en México: los 80

En su último Informe de Gobierno, José López Portillo llora y pide perdón a los pobres. “México no está acabado”, dijo. “¡No nos volverán a saquear!”.


Ante la crisis, un desesperado Miguel de la Madrid aplica su “dura medicina”: sube impuestos, quita subsidios, recorta gastos, pero nada funciona. La clase media ya es baja. En la lente de Pedro Valtierra (arriba) payasos de 1982.

En esta escena cotidiana, se paga un pan Bimbo con un billete de mil pesos (los de Sor Juana). Una ama de casa compara etiquetas en 1986. El monstruo de la inflación devoró el poder adquisitivo de las familias.

Los “millonarios” de Zimbabue
La primera gran hiperinflación del nuevo siglo. Alzas diarias de casi 100% derivan en billetes de hasta un billón de dólares de ese país africano.


 Papel moneda con denominaciones casi absurdas para comprar una simple rebanada de pan o un kilo de huevo. Cuentas impagables. Los méndigos rechazan recibir esos billetes, incluso siendo casi ladrillos. 
 Y es que el gobierno confiscó tierras de minorías blancas para dárselas a los negros, pero estos no tenían los recursos para trabajarlas. Ante ello, cayó estrepitosamente la producción del campo.

- Para los interesados en ahondar en el tema, les recomiendo el estudio en inglés de las 56 hiperinflaciones del mundo realizada por los economistas Steve H. Hanke y Nicholas E. Krus. Agradezco la valiosa ayuda de Carlos Villasana por aportar imágenes de su colección La Ciudad de México en el Tiempo.

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miércoles, 18 de febrero de 2015

Cero Varo

Tras el show de Ficrea ¿convienen o no las sofipos?

La noticia le hemos visto hasta el cansancio en la tele o en los periódicos: la intervención a Ficrea por presunto fraude.

A partir de todo ese desmadre, muchas personas escucharon por vez primera la palabra "sofipo" y otras que ya la conocían empezaron a dudar seriamente de la posibilidad de ahorrar en ese tipo de instituciones financieras.

Pero veamos... ¿qué diablos es una sofipo? Así se les llama a las Sociedades Financieras Populares que surgieron allá en el 2005, en el marco de la Ley de Ahorro y Crédito Popular. De hecho fueron autorizadas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, y por ahí del 2007 lograron su mayor crecimiento.

Funcionan de manera parecida a los bancos, con la diferencia de realizar menos operaciones a cambio de ofrecer ciertas ventajas a usuarios de bajos ingresos.

Por ejemplo, operan en zonas donde existe poco acceso a los servicios bancarios tradicionales, además de ofrecer microcréditos ajustados a las características del interesado. Tal vez su mayor atractivo es justo el ahorro, porque dan más rendimientos que los ofrecidos por los bancos (más o menos 6% contra un 3%).

¡Pero aguas!, las sofipos se recomiendan para perfiles con mayor tolerancia al riesgo, ya que al ser relativamente nuevas tienen una menor infraestructura y no siempre se cuenta con la mejor información para poder elegir la que mejor convenga.

Ese fue en parte el problema con Ficrea, pero ¿qué sucedió ahí? Supuestamente operaba en la lógica de captar ahorro y con esos recursos ofrecer créditos, cuyos intereses se regresaban a los ahorradores como ganancias. En apariencia lo hacía bien, pues incluso en 2014 buscaba convertirse en banco. Pero fue justo el año pasado cuando la Comisión Bancaria descubrió triangulaciones de dinero, créditos que no existían, entre otras memorables tranzas.

Sucedió así lo que ya todos sabemos: el dueño y presunto responsable, Rafael Antonio Olvera Amezcua, dejó en la incertidumbre a unos 6 mil 500 clientes, mientras que la joven Asociación Mexicana de Sociedades Financieras Populares (Amsofipo) tuvo que aceptar la necesidad de reforzar su regulación.

Aunque los ahorradores no debían estar en el desamparo. Toda sociedad de ahorro y crédito popular tiene la obligación de contar con un fondo de protección -algo así como el IPAB de los bancos- mismo que cubre a cada usuario hasta por 25 mil UDIS, unos 131 mil pesos aproximadamente. Por ello los afectados han solicitado el seguro de depósito para habilitar la cobertura, pero la bronca es para los que tenían guardado más de esa cantidad, pues ellos ya dependen de que los activos de Ficrea alcancen para pagarles íntegramente.


Pero aguanta... contra lo que se pudiera pensar, las sofipos en realidad no han entregado malas cuentas. Si nos damos una vuelta por el Buró de Entidades Financieras observamos que, de las 46 actualmente autorizadas, unas 19 tienen reclamaciones y de esas sólo ocho superan las diez quejas.

Por otra parte, la resolución favorable al usuario de esas reclamaciones es del 46%, según informa Condusef. Puedes revisarlo tú mismo a detalle al darle clic en el cuadro de arriba, donde se desglosa el comportamiento de cada sociedad.

Ahora bien, la posibilidad de malos manejos no es exclusiva de las sofipos, sino de cualquier otra opción financiera, incluidos los bancos. Pero como en todo, existen recomendaciones para evitar sorpresas, tal como revisar que los contratos existan en el Registro de Contratos de Adhesión, que sus tasas se expresen en términos anuales y que la inversión cuente con opción de renovación automática.

Al menos tras la crisis del "ficreagate" se vislumbran ajustes jurídicos por parte de legisladores, ya que la Comisión Permanente recién integró un equipo para modificar la Ley de Ahorro a fin de evitar otro problema por el estilo. Pero bueno, como siempre, todo a la mera hora.

No obstante, el futuro de las sofipos no depende tanto de la sombra de Ficrea, sino más bien de su propio crecimiento en el mercado. Elegirlo como opción es una decisión que obedece a tu propio perfil y pues sí...  a tus necesidades. Ya te compartiré en próximas entregas algunas alternativas. Y por cierto, ¡bienvenido al blog!

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